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Úbeda

Juan Pasquau Guerrero en su despacho


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FRANCISCO DE ASÍS (Precede al tít: Estamos en Ferias)

Juan Pasquau Guerrero

en Diario ABC. Nº 4. Octubre de 1964


        

Feria de Úbeda. Vacación. Cuando los últimos cohetes festeros estampan en el aire su innocua fanfarria, la campanita de un convento tañe melancólica. Es el esquilón de las Clarisas. Pero, ¿quien escucha ya las campanitas de los conventos? Nadie. Porque nuestra religiosidad quiere hacerse tan sólida, tan funcional, que empieza a desdeñar esa especie de “diaconado lírico” que significó siempre la Poesía como auxiliar maravilloso de lo sacro. De los excesos del “sentimiento religioso” hemos pasado a los excesos contrarios. Quizás hemos cerebralizado demasiado la Religión a fin de obtener de ella secuelas de un practicismo enjuto, muy acorde con los tiempos, pero ¡tan escaso, tan parvo de efusión!

La campana ubetense de las clarisas , en este 4 de octubre, nos recuerda la fiesta de Francisco de Asís , otro santo que tampoco se lleva. No se lleva, porque buscamos otros modelos. Aquella sencillez, aquella humildad sin segundas intenciones, aquella pobreza, aquella dulzura...¿seducen hoy? Los tiempos -argüimos- son otros. (Pero siempre los tiempos fueron otros). Lo que necesitamos, añadimos con énfasis, son católicos preparados que puedan aspirar a los primeros puestos, que señalen directrices, que sirvan de guía a los demás. ¡Qué peligrosa la tentación de creer que uno sirve para estandarte!. ¿Cuando van a surgir los cristianos que aspiren a ocupar con dignidad los últimos puestos en la mesa del banquete?)

Pero el magisterio de Francisco de Asís en la iglesia de Cristo, no puede prescribir. Y no cabe religiosidad más revolucionaria -más juvenil, en suma- que la suya. Lo que sucede es que de la mano de San Francisco, no se triunfa. Al contrario, de la mano de San Francisco se fracasa; humanamente hablando. Como San Francisco. Como Cristo.

(¿Cuando vamos a preparar a los cristianos para el fracaso, para el inevitable -y glorioso- fracaso ante el mundo? Aunque esta manera de hablar os extrañe, es el estilo del Evangelio. Y no hay opción...)